El empleado
Nunca tuvo claro cómo pudo aceptar aquella oferta. Solo tenía dieciocho años y jamás pensó que la propuesta del viejo fuera a sentar las bases del edificio sobre el que oscilaba su vida. Más bien fue el viejo el que aseguraba el futuro de su única hija, la jefa del ayer, hoy y mañana...su jefa. Firmó los documentos con un bolígrafo negro y el gestor se vio obligado a fotocopiar un nuevo contrato. A partir de ahora siempre en azul -corrigió pacientemente el viejo mientras tosía. Así será,no tenga duda -añadió él. Guardó su bolígrafo negro en el bolsillo interior derecho de su americana, el que no tenía botón. Este bolígrafo vale más que el suyo -pensó. Algún día aquí todos firmarán en negro, no el contrato sino el finiquito, imaginó sonriendo para sí.