viernes, 15 de diciembre de 2017

EL BOLÍGRAFO

     No siempre estamos dispuestos a firmar... y menos cuando el bolígrafo te lo entrega una agradable señora con una sonrisa y una disposición demasiado dulce para esta época en la que se paga por ver reir con el fin de no olvidar que los labios se estiran no solo para masticar. Mont Blanc de capucha negra con su estrella blanca incrustada. Finales del siglo XX pensé... Su mirada cada vez era más dulce, y sus ojos comenzaron a sufrir una especie de transformación demasiado evidente. El documento era real, aparecía firmado por triplicado tanto de forma manual como digital y la serie de números y de letras, mayúsculas y minúsculas, resultaba casi indescifrable. De pronto,comencé a sentir una especie de calor potente alrededor de mis dedos pulgar, índice y corazón...Ese bolígrafo no era como los demás. La señora me dijo algo así como "ya está" y solo recuerdo como el sueño me invadió de forma repentina. Hacía mucho calor.